
El amor es una emoción poderosa, profunda y transformadora. Puede unirnos de las formas más increíbles, pero también puede llegar a confundirnos mucho. Especialmente después de una ruptura, cuando los sentimientos no desaparecen de un día para otro, es común preguntarse:
“Si todavía lo/la quiero, ¿significa que deberíamos volver?”. Pero la verdad es que el amor, por sí solo, no es suficiente para sostener una relación.
Puedes seguir queriendo a alguien y saber, al mismo tiempo, que esa relación no era sana. Una relación requiere mucho más que sentimientos intensos: necesita respeto, madurez, compromiso real, comunicación y, sobre todo, crecimiento y proyección conjunta. Si alguna de esas piezas falta, el amor termina siendo una lucha constante en vez de un refugio.
Nos han enseñado que el amor todo lo puede, que si hay amor se puede superar cualquier cosa. Pero no es así. Hay relaciones donde el amor está presente, pero el respeto no. Donde hay pasión, pero también heridas no resueltas y dinámicas disfuncionales.
Es normal que después de una ruptura queden sentimientos. El cariño, los recuerdos, las cosas que sí funcionaban bien, incluso el deseo de estar cerca, pueden seguir ahí. Pero sentir no significa que tengas que volver. A veces lo que se echa de menos no es a la persona, sino la idea de lo que pensábamos que iba a ser o cómo nos sentíamos en ciertos aspectos o momentos. Echamos de menos el vínculo, la rutina, la comodidad… pero eso no siempre justifica volver a lo mismo.
La nostalgia puede engañarnos y hacernos recordar solo los buenos momentos minimizando todo lo que nos llevó a decidir dejar la relación o a sentirnos mal en ella. Por eso es importante poder coger perspectiva y preguntarnos si realmente ha cambiado algo o estaríamos volviendo al mismo bucle emocional del que tanto nos ha costado salir.A veces, elegir no volver es un acto de amor propio. Es reconocer que, aunque haya amor, también hay razones para no seguir. Que merecemos una relación en la que nos podamos sentir tranquilos/as y seguros/as y no una en la que estemos en alerta y dudando constantemente.
Amar no siempre significa quedarse. También puedes amar y dejar ir. Puedes honrar lo que sentiste sin tener que repetir la historia. Porque el amor también se demuestra eligiendo lo que te hace bien, tanto a ti como a la otra persona, aunque implique soltar a alguien que sigue siendo ocupando un espacio importante.
Por último, también conviene preguntarse si el impulso de querer volver con esa persona podría tener que ver con patrones de dependencia emocional, miedo a estar solo/a o rechazo a pasar por un proceso de duelo. Esto nos puede llevar a muchas más preguntas que al final, se responden poniendo el foco en nuestro interior y no tanto en llenar posibles vacíos con elementos externos.
Psicóloga General Sanitaria, Sexóloga y Terapeuta de parejas